Que vuelva Uribe a gobernar
Por: Simón Rayo • 14/4/2019 • Abstract • 1.166 Palavras (5 Páginas) • 156 Visualizações
¡Que vuelva Uribe a gobernar! Por Andrés Rodríguez Becerra
Es una tontería tratar de desprestigiar al pobre Iván Duque con el argumento de que es un títere de Uribe, por la sencilla razón de que la gente no va a votar por Iván sino por Álvaro.
Parece inevitable que Álvaro Uribe regrese a la Casa de Nariño. Si la pregunta es: ¿Cómo nos libramos de Uribe?, la respuesta es: que vuelva a gobernar!... En este caso, en su tercer periodo de gobierno por interpuesta persona. O el cuarto, si contamos los primeros meses del primer periodo de Santos que con tanto esmero ayudó a elegir con iguales intenciones.
Al príncipe intenso hay que dejarlo naufragar en sus excesos y para Álvaro nada es suficiente. Él quiere más. Insaciable de poder y henchido de ambiciones y enemigos, el próximo gobierno de Álvaro será un desastre ineludible para su propia imagen, que le dejará expuesta toda su hiel a los millones de fieles que aún se aferran a él. Sólo un próximo gobierno de Uribe significará su muerte política porque dejará al descubierto la plena evidencia de todos sus engaños y de su dañina tozudez, que no es otra cosa que el profundo temor que le tiene a la justicia por sus actos. Él, más que nadie, sabe lo que ha hecho y cómo lo ha hecho.
Entonces los que aún lo aúpan sufrirán el propio desengaño que sentimos los que hace 16 años creímos que era un buen tipo y hoy sabemos con certeza que es todo lo contrario.
Ninguno de los demás candidatos presidenciales parece tener con qué ganarle y, en cualquier caso y a pesar de las consecuencias, Álvaro le seguirá haciendo más daño a Colombia desde la oposición que ha ejercido en los últimos años que desde la silla presidencial con su títere en las piernas. Es mejor colorearse un ratico para desenmascararlo definitivamente que seguir palideciendo y padeciendo su constante goteo mediático que tortura y enloquece la conciencia política de la nación.
Se le saldrá el País de las manos como le está pasando a Peñalosa con Bogotá, después de tanto sabotear a su sucesor y a su predecesor.
Álvaro en la oposición es como ese diablito puntillón y maledicente que aparece aleteando y zumbando mala leche en las orejas de los muñequitos animados. Uribe, en la anhelada comodidad de su trono en la sombra, en cambio, dará papaya como el gato ladrón que se quedó dormido en la puerta de la nevera después de tomarse toda la leche. Y ahí sí nos libraremos de él para siempre. Terminará preso y con el pueblo en contra, como Fujimori; o arrinconado y olvidado en un exilio vergonzante, como su amigote Martinelli.
Álvaro necesita desesperadamente el poder para garantizar su impunidad judicial, pero sus excesos de poder revelarán la trama de sus desafueros sin piedad ante la sociedad. Y muchos lo seguirán defendiendo porque comparten su espíritu paramilitar y su lenguaje de capataz, pero la mayoría de su rebaño por fin sentirá vergüenza de su pastor procaz y engreído.
Es una tontería tratar de desprestigiar al pobre Iván Duque con el argumento de que es un títere de Uribe, por la sencilla razón de que la gente no va a votar por Iván sino por Álvaro. Y saben que el que va a gobernar con el triunfo de Duque es Álvaro, señores. Igual pérdida de tiempo es señalar a Uribe de “paraco”, con la ingenua insistencia de un perro que le ladra al agua, porque la mayoría de los fanáticos que lo adoran lo hacen precisamente por eso, porque es el mayor benefactor moral y el máximo beneficiario electoral del paramilitarismo en Colombia. No se les olvide que una de las mayores fuerzas electorales de Uribe son los cientos de miles de familiares de soldados y policías de la patria, cuyo único razonamiento político es la lealtad ciega que le deben a la familia institucional que los adoctrina y los mantiene con el mayor presupuesto del Estado. Y con el poder de las armas.
La gran mayoría de los miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado aman a Uribe por doctrina superior institucional y por conveniencia personal. Ese es un patrimonio estratégico que ningún otro candidato tiene en esta contienda electoral y esa es una ventaja definitiva para gobernar en Colombia. Cualquiera otro que gane se expone a un golpe de estado militar o policial si toma serias medidas de purga interna frente a las exigencias de la paz.
De manera que el desprestigio final de Álvaro no será por sus vínculos genéticos con el paramilitarismo ni por su obvia capacidad de manipulación, pública o secreta, así la justicia nacional o internacional lo condene por alguno de sus tantos presuntos delitos en esas artes. Será por el descaro de la corrupción administrativa que lo acompañará en su nueva faena populista y por su comportamiento íntimo cuando crea estar seguro de que nadie lo está viendo. Seguramente ahí se quedará dormido después de hacer lo que pocas personas han visto y prefieren callar.
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