Por que esses trabalhos alcançaram essa dimensão?
Tese: Por que esses trabalhos alcançaram essa dimensão?. Pesquise 862.000+ trabalhos acadêmicosPor: • 15/4/2014 • Tese • 7.701 Palavras (31 Páginas) • 297 Visualizações
EL BOOM
Subversión novelística, trasgresión a la norma, rompimiento de lo establecido. Así se puede definir el "boom" latinoamericano: no es un movimiento ni una escuela, es una convergencia inesperada y sobre todo inusitada de jóvenes talentos que demostraron al mundo que Latinoamérica era capaz de crear cosas originales.
Durante la década de 1960, y la siguiente, hubo una explosión en la narrativa de los países latinoamericanos que se ha conocido como el “boom” de la literatura latinoamericana.
Casi simultáneamente se publicaron en España y en casi toda Europa, traducidas a varios idiomas, obras que los críticos calificaban de “auténticas”, sin trazos de la literatura francesa o americana de las cuales se alimentaban, y cuyas técnicas y temática rompían con los patrones establecidos de la lucha entre hombre y naturaleza como fondo principal, que había sido hasta entonces, junto al regionalismo, la mayor preocupación de la narrativa latinoamericana. Por primera vez, según el decir de Naomi Lindstrom (1994), la ficción latinoamericana “comenzó a asociarse con la imaginación, con la construcción narrativa innovadora y el tratamiento original del espacio y el tiempo de ficción.
Esas obras fueron también bien acogidas por el público lector lo que produjo un mayor interés del mercado editorial en publicar más y más obras. Si bien el “boom” ha tenido muchos detractores, llegando incluso a ser considerado simple y llanamente como una propaganda bien montada de las editoriales para vender libros, no hay dudas que el tiempo se ha encargado de desmentir esto último por la calidad de la estructura formal de sus obras.
Aunque la mayoría de los críticos coinciden en que el "Boom" comenzó en algún momento de 1960, hay cierto desacuerdo en cuanto a la obra que debe ser considerada como la primera novela del "Boom". Para algunos (como Alfred McAdam) sería Rayuela, de Julio Cortázar (1963), mientras que otros prefieren La ciudad y los perros de Vargas Llosa, que ganó el Premio Biblioteca Breve en 1962. Aunque ésta apareció un poco después de otra novela considerada del boom, La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, se le toma en cuenta primero por su repercusión a nivel internacional. Los cuatro escritores más importantes de este período son el peruano Mario Vargas Llosa, el mexicano Carlos Fuentes, el colombiano Gabriel García Márquez y el argentino Julio Cortázar, los otros orbitan alrededor de estas cuatro figuras.
¿Por qué estas obras alcanzaban esa dimensión?
Gálvez Acero (1984), en un breve ensayo sobre la novela hispanoamericana del siglo XX, indica que el “boom” latinoamericano logró alcanzar tres objetivos fundamentales:
1. La superación de la visión realista del mundo que caracterizaba la expresión literaria decimonónica. La realidad no es necesariamente la sucesión lógica de causas y efectos. El hombre y su entorno son realidades mucho más complejas y variables. No existe, por tanto, necesariamente una linealidad temporal.
2. La novela se define, de nuevo, como un género antropocéntrico: el hombre y sus problemas, su yo, constituyen el núcleo en torno al cual gira el contenido de la narración. Este objetivo contrasta con el panorama de la novela hispanoamericana de principios de siglo XX, las llamadas novelas de la tierra y novelas indigenistas, especialmente a las primeras, en las cuales la naturaleza, y más concretamente, el paisaje –especialmente feroz, casi personalizado- constituía el centro de la narración. En ese sentido, se podría hablar de cierto determinismo de los personajes y de las situaciones, marcado por el paisaje y la naturaleza.
3. La universalización. Surgen, como vamos a ver inmediatamente, los problemas existenciales, que atañen al hombre como ser, independientemente del hecho de que su vida se encuentre geográficamente situada en un lugar o en otro del mundo. Los temas que surgen en la novela hispanoamericana del “boom” entroncan, lejos de todo localismo, con los problemas propios del hombre que pertenece a la llamada civilización occidental.
Pues bien, estas obras se van a caracterizar por la incorporación de una serie de elementos, a modo de parámetros, que fueron acertadamente apuntados por Ernesto Sábato (1967), como nos explica Miranda (2007).
Parámetros de la narrativa del boom
Subjetivismo.
El narrador cambia de tercera persona (omnisciente) para ofrecernos su versión particular de los hechos narrados desde su perspectiva de personaje (principal, secundario observador) que forma parte de los mismos (equiescente), incluso puede haber más de un personaje narrador. De esa forma se nos brindan múltiplos puntos de vista sobre un mismo suceso, los cuales no siempre coinciden.
En el fondo de este subjetivismo subyace el hecho de que la realidad no se reduce a lo que externamente vemos, sino que hay algo mucho más profundo, que yace en el interior de cada uno, a veces, fuera de toda lógica (los pensamientos, los sueños), y que forman parte de la realidad de forma simultánea. Es más, no sólo existe la pretendida realidad externa, sino que la proyección del subjetivismo provoca que cada uno de nosotros consideremos la realidad de forma diferente. El(los) narrador(es) puede(n) ofrecernos una realidad concebida desde distintas perspectivas (subjetividades), esto es, mostrándonos la forma como conciben los hechos personajes diferentes.
Tiempo.
Si se impone el subjetivismo del narrador, toda referencia temporal que caiga dentro de un raciocinio lógico pierde su sentido. Se imponen los propios (subjetivos) esquemas temporales (que no tienen que ser lineares). Por lo tanto, el presente será el momento mismo de la narración, esto es, el preciso momento en que el autor escribe los hechos. Sólo a partir de ese presente se articularán adecuadamente pasado y futuro.
Y es así como se abre un abanico de posibilidades plurales. Los hechos narrados pueden ser anteriores al momento de la narración. Y, por último, dentro de este mismo punto, conviene no olvidar cómo se narra la historia, es decir, frente a una linealidad temporal (sucesión de hechos, causas y efectos), la nueva novela hispanoamericana muestra una preferencia por ofrecernos los hechos narrados de forma simultánea, sin que necesariamente pueda hablarse de acciones diferentes. En este sentido, por lo que se refiere a Cien años de soledad, se ha llegado a hablar del llamado hipérbaton narrativo (VARGAS LLOSA, 1971, p.545-576; J. JOSET, 1984, p.33). Consiste en presentar al lector una parte del episodio por narrar, o bien el episodio completamente aislado, sin causa ni consecuencia, o bien la sola consecuencia. El relato se encargará luego –en ocasiones, mucho después- de desarrollar la peripecia y las consecuencias.
Espacio.
La nueva novela reside en su carácter universal, lo que equivale a declarar que se produce una superación del regionalismo. El escritor latinoamericano muestra lo que hay de universal, es decir, aquello que tiene en común con los otros hombres (soledad, angustia, dolor, etc.). Cuando nos sumergimos en el yo de cada individuo y llegamos a una tierra de nadie, poco importa cuál sea el paisaje que nos rodea.
Por eso no hay un espacio definido como en el regionalismo, puede ser en cualquier lugar objetivo o subjetivo.
Realidad e irrealidad.
La valoración de todos estos elementos subjetivos, ilógicos, lleva a que se narren hechos que pueden parecernos, en principio, sorprendentes cuando los evaluamos desde una perspectiva estética tradicional.
Por ejemplo, en Cien años de soledad, se dan como perfectamente normales situaciones tan poco comunes en la vida diaria como que los hombres convivan dentro del entorno familiar con sus amantes y tengan hijos con ellas que son, a su vez, cuidados por la esposa legítima. Otras veces, se cuenta cómo a los muertos se les da de comer o se entablan conversaciones con ellos y, en general, se les tiene presentes como un miembro más de la familia. Por el contrario, en la misma obra, es motivo de sensación entre los personajes la llegada del hielo u otros pequeños avances de la civilización, como el daguerrotipo o la cámara fotográfica, a los que se atribuyen condiciones mágicas o divinas.
En esta obra, el narrador se sitúa en los dos planos, el objetivo y el imaginario. Pero, además, no deja de sorprendernos porque cuando utiliza el plano objetivo, narra acontecimientos irreales, casi podríamos decir que mágicos. Por el contrario, cuando se sitúa en el plano imaginario, narra acontecimientos objetivos y constatables. En otras palabras, se presentan como asombrosos hechos como la redondez de la tierra, la pianola o el hielo, mientras que se dan como perfectamente normales hechos como volverse invisible, la levitación de los cuerpos o se presenta a los muertos de forma cotidiana: comen, duermen, envejecen.
La novela como vehículo de expresión de problemas existenciales: verdad y realidad.
Las consideraciones que venimos realizando caracterizan un nuevo hecho. Si a través del subjetivismo se puede penetrar en la intimidad de la realidad y expresar así cómo ella es verdaderamente, estamos diciendo que la novela es un medio (adecuado) para la expresión de los problemas que son propios del hombre.
El problema existencial del yo: la soledad.
El subjetivismo, el yo, la visión personal de la realidad, nos revela a nosotros –lectores- lo que realmente subyace en el individuo (escritor-narrador / personajes). Vive (vivimos) encerrado(s) en sí (nosotros) mismo(s), en sus (nuestros) miedos, en sus (nuestras) pasiones –sueños-, en su (nuestro) subconsciente: vive (vivimos) en soledad, por más que esté (estemos) aparentemente rodeado(s) por otros.
El sagrado sentido del cuerpo.
La soledad en la que viven los personajes trata de ser superada de formas muy diversas a través de intentos desesperados de comunicación con quienes les rodean. Una de esas formas de comunicación es el sexo, que se convierte, por tanto, en una forma de trascender la realidad absoluta, la íntima, no la realidad de las apariencias, la externa.
El sexo se convierte en mito, casi en una forma de religión, en cualquier caso, en una suerte de escapismo (desesperado) y de contacto con el otro, de pérdida –al menos, momentánea- de la incomunicación, de la soledad.
Es lógico, por lo tanto, que las relaciones sexuales se relaten con toda naturalidad, con todo detalle, sabedor el autor de la trascendencia que el sexo desempeña en este nuevo universo, donde se desgranan con toda naturalidad, pero con toda crudeza, los entresijos más privados de amor, pasión y deseo:
La muerte.
Y es que, precisamente, la muerte está constantemente presente en la nueva novela. Es más, en no pocos casos, puede hablarse de la muerte como núcleo de muchas de ellas, a veces, otorgando el título a la obra completa (La muerte de Artemio Cruz); otras, penetrando en su propio mundo y otras, en fin, constituyendo la causa que motiva la narración de los hechos.
Ahora bien, esta visión teleológica de la vida o, si se prefiere, existencial, no viene a rechazar la vida, al contrario, la llena de valor. Se llega, así, a una sobrevaloración de todo aquello que forma parte de la VIDA, con mayúsculas: pasiones, sentimientos, lo subconsciente como parte constitutiva del yo interior del hombre como ser. Y, aquí, en este punto, volvemos al sexo.
Ni qué decir tiene que Rayuela muestra claramente toda la valorización del mundo de los sentidos: la música, el alcohol, las tertulias y el particular ambiente de París, en especial, nos conducen a SENTIR la vida, la existencia (absurda o no, no es éste el momento de calificarla)
Política y compromiso.
En relación con todo lo que venimos señalando, se ha resaltado un hecho, derivado del impacto que representó para Hispanoamérica la universalización de sus letras –a través, conviene no olvidarlo, de su masiva comercialización-: el grado de compromiso (social, político) de sus autores más representativos en lo relativo a denunciar la realidad sociopolítica en el Sur del continente americano.
La estética: nuevas técnicas. El lenguaje.
Una búsqueda de nuevas formas expresivas, de un nuevo lenguaje. Y esto, en dos vertientes. La primera, llama la atención sobre el lenguaje cotidiano, localista. Con todo, a pesar de que se busca incorporar a la nueva narrativa los ritmos de lo cotidiano, de lo popular, de lo regional, no se llegará a un abuso de lo local, debido justamente al carácter universal de esta narrativa.
Con todo, hay una segunda dirección en el tratamiento del lenguaje. Se trata de la búsqueda de la experimentación, como en Tres Tristes Tigres o en Rayuela donde Cortázar recurre al llamado lenguaje glígico o inventado.
Veamos un cuento de este período.
“Fire and Ice”
Álvaro Méndez Leal
Fuego y Hielo... Fuego y Hielo... ¿Es ese el título?... Sí... ; ese es: Fire and Ice... No sé por qué, justamente ahora, adquiere importancia algo que nunca la tuvo, como no fuera en el colegio, cuando el profesor se empeñó en que aprendiéramos de memoria el poema de Frost:
Some say the world will end in fire,
Some say in ice...
From what I've tasted of desire
I hold with those who favor fire
Yo no lo aprendí nunca -por lo menos entonces yo no pude repetir más de dos o tres versos?; sin embargo, creo que hoy lo recuerdo perfectamente -¿pero qué importancia tiene eso? -no sé - no tuvo importancia nunca -por más que se molestara el profesor ? no tuvo importancia que lo supiera - que lo supiera de memoria - salvo en el internado - y ahora tampoco es importante que lo recuerde -por qué habría de ser importante - no es más - no es más importante que aquel niño que ahora yace aplastado cerca de la cabina de los pilotos - no es más importante - por qué habría de serlo - veo parte de su cara deshecha - sangre por la nariz ? sangre por los oídos - sangre por la boca - sangre por grietas y hendiduras donde normalmente no se tienen - heridas - esas hendiduras son heridas - por qué habría de ser importante ahora - dentro de un momento no habrá una gota de sangre - todo todo estará quemado - y no puedo sentir lástima por él - aunque fue buenito - durante todo el vuelo permaneció quieto en su asiento - sin molestar a nadie - sin pedir mayor cosa - pese al asedio de la azafata - pese al acoso de las viejas - sin molestar a nadie - sin importancia - se mantuvo quieto - hechizado por el paso entre las nubes - por la leve vibración del aparato - por la maravilla que es para un niño el vuelo en un jet - sin molestar a nadie - ni cuando el avión - después de romperse el ala en aquel pico - dio de panza - y / a / todo / lo / largo / del / piso / se / a-b-r-i-ó / la / ancha / horrible / grieta / entre las dos filas de asientos - desde los de primera hasta los de... - la horrible grieta desde la cabina hasta la cola - y ahora mana sangre - le mana sangre - y temí que el niño desapareciera tragado por la voracidad del piso - del piso abierto - sexo de la tierra – pero no podía ocurrir así porque nada salía del avión - sólo entraba - entraba tierra - entraban piedras - tierra y piedra y trozos de árboles - pinos - sí - pinos - alerces - píceas - abetos - no sé - y tierra - coníferas - y tierra - entraba tierra - y nieve - mucha nieve - y tierra y piedra y nieve.
But if it had to perish twice
no tiene importancia / por qué habría de tenerla / y menos ahora que el fuego llega al cuerpo de aquella señora de traje azul / la señora del sombrero extravagante / le cubre el traje / lo consume / le chamusca la maceta con flores de la testa / el pelo le crepita un poco / le crepita un poco no más / porque todo es tan rápido / y el fuego la quema / y la señora que tenía el traje azul no grita / es una pira como un bonzo / pero no grita / ella no grita / nadie grita / y yo me pregunto por qué nadie grita / y respondo que no grita nadie porque quizás todos han muerto / (porque) (quizás) (todos) (hemos) (muerto) y no lo creo pues unas mujeres buscan sus zapatos / no tiene importancia pero todas las mujeres perdieron sus zapatos / después de darme el golpe en la cabeza / me golpeé la cabeza / el argentino sentado a mi altura en la otra fila de asientos mira desconcertado trata de encontrar una explicación no tiene importancia pero el accidente lo pilló dormido el argentino mira abriendo desmesuradamente un ojo / uno solo / uno () solo / porque el otro se le ha saltado /abre desmesuradamente un ojo ojO ojO / por cuenca del otro le comienza a correr una cascada de sangre / le corre una cascada de sangre y de nervios / él no sabe qué ya le falta un ojo / cree que mira con los dos / yo me persigné / no tiene importancia pero yo me persigné antes de... / antes de arrellanarme en la butaca / y me miraba con los dos ojos / con uno solo no / con los dos / me mira con un ojo desencajado que le cuelga de unos hilos blancuzcos mientras yo me acomodo mejor en mi asiento / me mira con un ojo me miraba con dos / y el argentino también se acomodó en su asiento / y la sangre se le ancha por la mejilla / el otro ojo lo cierra con aire de / no tiene importancia / por qué habría de tenerla / satisfecho de encontrar una explicación para su sueño disturbado / y no puede cerrar el otro porque le cuelga lejos / a varios kilómetros de su voluntad / pero no tiene importancia pues dentro de un rato arderá también / y arderé yo como ardió el niño / como ardió la señora del sombrero ridículo / como han ardido ya las otras gentes / dentro del avión todo es fuego / fuego sonoro y rápido que va que viene devorando gentes cosas / equipajes cabelleras / zapatos / caras / un fuego que se ríe mientras camina sobre las epidermis sobre las ropas empapadas de combustible / todos nos empapamos de combustible / en alguna forma debieron de romperse los conductos / los tanques / los depósitos / y entonces cada uno de nosotros es como la mecha de un encendedor / no tiene importancia / mas en cuanto llega la chispa / ¡chaz! / uno es lumbre u)n)o e)s l)u)m)b)r)e //// candela de los pies a la cabeza / comoo aquella pareja de recién casados que arde allá / u.n.o.s a.s.i.e.n.t.o.s adelante / uno es lumbre / así arderé yo dentro de un rato / una pira / dentro de un segundo / dentro de menos tiempo / uno no sabe cuánto tiempo pues todo parece ir más despacio / la sangre del argentino va despacio / le brota despacio en borbotón del agujero / el globo ocular que cuelga a kilómetros de su voluntad / el ojo / desinflado / pero la sangre parece como detenida en el aire / en el tiempo / no acaba de llegar al pie de la mejilla / y yo veo bien cuando camina la sangre / se arrastra como ofidio / repta como lombriz / una lombriz gruesa y caliente / y rápida / sí / rápida / no / despacio / no tiene importancia / cuando el fuego llegue al argentino la sangre se tostará sobre la piel / se detendrá para siempre en su carrera / porque lo único que marcha rápido es el fuego / la pura llama que llena mas de la mitad del todo / la llama viva que se aproxima a mí con sus dedos cálidos / moviendo sus pseudópodos sobre el piso y el techo / arrastrándose sobre cosas y gentes / es lo único veloz / lo único deseable / lo único que anima el interior del avión / no tiente importancia / la llama se parte lo suficiente para permitir que uno vea lo que ha quedarlo adelante / lo que ha dejado a su paso / el metal retorcido / quemado / los cuerpos / después de su caricia / los cuerpos achicharrados / empequeñecidos / nadie podrá reconocerlos si acaso un día llegan esta soledad / las partidas de salvamento / no hay noticias / encuentran los restos del aparato / el ojo que cuelga / y eso me hace sentir superior / yo sé todavía quiénes eran quiénes son / sé quién era sé quién es aquel pedazo de carne chamuscada / ese montoncito era es un niño que no molestó durante el vuelo / el pedazo mayor / ahumado y maloliente / era es una recién casada / el trozo que está a la par era es su marido / el traje blanco de la boda / una boda sencilla / yo sé que allá estaba está una señora vestida de azul / una-señora-de-sombrero-ridículo / esa-carne-contraída-y-maltrecha-era-suya / y-sé-que-esa-sangre-que-ha-caminado-unos-milímetros- / que-apenas-llega- / -con-lo-catarata-que-es- / -a-medio-carrillo- / -sé-yo-y-sólo-yo-que-es-la-sangre-de-un-argentino- / -nadie-más-podrá-decir-eso-mismo-dentro-de-un-rato- / ni yo podré repetirlo porque el fuego es celoso / afuera - en cambio - todo es nieve y frío - la nieve está sucia y maltrecha en los alrededores del aparato - descompuestas las suaves colinas que se ven unos metros más allá / descompuesto este mundo de silencio y soledad / esta-postal-navideña-que-la-natur... que la naturaleza se regala todos los días - en-estas-latitudes-crepita el fuego - crepita Frost –
But if it had to perish twice,
I think I know enough of hate
To say that for destruction ice
Is also great
And would suffice.
- yo no alcancé a rozar del paisaje nevado / el vuelo fue trans breve tan breve / no alcancé a gozar nada del paisaje nevado / los oídos me dolieron mucho / el cerebro lo sentía a punto de estallar / uno así no goza del paisaje / no puede gozar del paisaje / no tuve tiempo de acostumbrarme a la altura / no tiene importancia pero entre Santiago y Buenos Aires todo lo que el avión hace es subir / es subir como un endemoniado (de) (pronto) (choca) (con) ( (algo) uno no sabe lo que ocurre ? un golpe seco ? profundo ? uno no sabe lo que ocurre pero (de) (pronto) (el) (avión) (choca) (con) (algo) un ala ? se ? le ? d/e/s/p/r/e/n/d/e=. (-_/. . . por la gran grieta del piso entra nieve y tierra y tierra y nieve y roca y roca árboles no son trozos de cuerpos brazas troncos piernas brazos manos hombros y Santiago queda allí y Buenos Aires allá de Cerrillos a Ezeiza todo lo que el avión hace es subir es subir. . . unos días en la ciudad me enseñaron que la Cordillera estaba al final de la calle más larga justamente-la-calle-más-larga... se podía esquiar a unos kilómetros del centro... allí aquí la Cordillera con sus nieves eternas. . . la Cordillera entraba por la ventanilla... por la ventana de mi cuarto. . . Quinto Piso del hotel Bonaparte... por la ventana de mi cuarto... la nieve entraba todas las mañanas... en la Avenida O'Higgins... el sol pegaba a toda hora en los picos nevados... la nieve entra por la gran grieta... y yo sabía que esto podía ocurrir / cuando tomé el avión yo temía algo / en realidad siempre temí algo / ahora yo temía más / temía más / temía más certeramente / quizás no tiene importancia / pero yo temía más certeramente / tenía pasaje en otro avión / las cosas están tan mal en Argentina / transferí el pasaje a esta compañía / un nuevo modelo de jet / el más seguro - el avión más seguro - el más probado - pero las cosa están tan mal que una compañía argentina es un peligro - pero era - al fin de cuentas - un modelo reciente de jet - no gocé del paisaje porque un jet que parta de Santiago para Buenos Aires todo lo que hace es subir / subir / subir corno un endemoniado / la Cordillera queda abajo-pequeña-de juguete-y de pronto-la Cordillera entra por la gran grieta me dolieron los oídos tanto subir tanto subir la aeromoza me dice que trague saliva aplasto con desesperación la goma de mascar el avión sube no hay tiempo de ver la nieve (sino hasta ahora) (pero la veo tranquilo pues no me duelen más los oídos) ((no me duele nada)) (ni siquiera ese hueso que perforó la piel de mi brazo izquierdo) (ni la piel perforada) (no me duele la sangre que me inunda la garganta) (ni el hueso ni la piel del brazo izquierdo que ahora (tan descarada (con el hueso (así (allí (no es del todo blanco (quizás no tiene importancia pero el hueso no es del todo blanco (y la alzo (gozo esa nieve tranquila ( tranquilo (esa postal navideña... no me importan los cadáveres mutilados y sanguinolentos que ensucian el paisaje; ni los trozos de metal, ni los restos de equipaje. Aquellos reactores aplastados no me importan; mejor así, pues no subirán más ni, más no rugirán más, no martirizarán a nadie más... Ni esas mamilas de alambres y conexiones eléctricas... No me importa nada; sólo la nieve limpia que cata al fondo... los suaves montoncitos de postal ..............................
....Y el fuego / el argentino de mi lado coge fuego ahora / la sangre le brota siempre en borbotón / una vena gruesa como un conducto de agua / el argentino enciende como vasca / y no dice nada / nadie dice nada / cuando caemos no grita nadie / cuando se quiebra y se incendia el aparato nadie dice nada / el argentino se quiebra y se incendia ahora / el fuego seca y pega la sangre / el fuego le dio un límite a su carrera / no llegó ni al mentón / no y sin embargo / yo pensaba que alcanzaría a llegar más abajo / arrastrarse desde el ojo reventado y caer en un hilillo / caer corno una brava catarata sobre el pecho del vecino / que ahora arde / y el otro ojo le arde abierto / se queman las pestañas / los pelitos se hacen leves rizos antes de coger fuego / y huele el cuerpo quemado / huele como cuando abandonan una res al fuego / horno de cremación / sus cenizas serán esparcidas al viento / sobre el Ganges / polvo eres / polvo eres / horno de cremación / seis millones de judíos / y ahora / el-fuego-viene-a-mi / me-toca-el-brazo / ese que tiene el hueso de fuera / inicia-su-desfile / hacia abajo hacia arriba / quema-mi-piel / la-chamusca / siento-cómo-la-achicharra / ha de oler mal / y no duele (más todavía) (el fuego tranquiliza) (cuando todos nos hayamos quemado) (cuando todos seamos sólo irreconocibles trozos) (troncos ennegrecidos) (cuando vuelva el silencio y penetre la nieve por las grietas ) (carbonizados todos) (ya no habrá luego) (es cierto que ya no habrá fuego) (el frío endurecerá el miembro que no haya sido quemado) (la nieve cristalizará la gota de sangre que no sea polvo) (ceniza) (pero nada importará eso seremos carbones apagados no sentiremos frío) (aunque) (el) (fuego) (no) (quema) (es mentira que el fuego quema) (ahora-lo-tengo-en-la-ingle) (lo-siento-llegar-a-las-caderas) caminar-por-los-muslos /subir / siempre subir / detenerse por un rato más largo en los zapatos/ lo-siento-por-el-pecho /sube/ya/por/el/cuello/me-cubre/ me está cubriendo/ la-cara/ arden las pestañas (no veo la nieve) (no veo nada) y sí / es-suficiente / el fuego es suficiente / y es amigo... es amigo...
1 ¿Qué hecho realista se narra en el cuento?
2 ¿Cómo es el lenguaje del cuento?
3 ¿Cómo son descritos los detalles más horripilantes?
4 ¿Qué papel tiene el uso abusivo de los signos de puntuación (paréntesis, puntos, barras, etc.)?
5 ¿Cuáles de los parámetros de la narrativa del boom vistos anteriormente puedes encontrar en el cuento? Explícalos.
Un señor muy viejo con unas alas enormes (1972)
Gabriel García Márquez
Al tercer día de lluvia habían matado tantos cangrejos dentro de la casa, que Pelayo tuvo que atravesar su patio anegado para tirarlos al mar, pues el niño recién nacido había pasado la noche con calenturas y se pensaba que era causa de la pestilencia. El mundo estaba triste desde el martes. El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al mediodía, que cuando Pelayo regresaba a la casa después de haber tirado los cangrejos, le costó trabajo ver qué era lo que se movía y se quejaba en el fondo del patio. Tuvo que acercarse mucho para descubrir que era un hombre viejo, que estaba tumbado boca abajo en el lodazal, y a pesar de sus grandes esfuerzos no podía levantarse, porque se lo impedían sus enormes alas.
Asustado por aquella pesadilla, Pelayo corrió en busca de Elisenda, su mujer, que estaba poniéndole compresas al niño enfermo, y la llevó hasta el fondo del patio. Ambos observaron el cuerpo caído con un callado estupor. Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas hilachas descoloridas en el cráneo pelado y muy pocos dientes en la boca, y su lastimosa condición de bisabuelo ensopado lo había desprovisto de toda grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas, estaban encalladas para siempre en el lodazal. Tanto lo observaron, y con tanta atención, que Pelayo y Elisenda se sobrepusieron muy pronto del asombro y acabaron por encontrarlo familiar. Entonces se atrevieron a hablarle, y él les contestó en un dialecto incomprensible pero con una buena voz de navegante. Fue así como pasaron por alto el inconveniente de las alas, y concluyeron con muy buen juicio que era un náufrago solitario de alguna nave extranjera abatida por el temporal. Sin embargo, llamaron para que lo viera a una vecina que sabía todas las cosas de la vida y la muerte, y a ella le bastó con una mirada para sacarlos del error.
— Es un ángel –les dijo—. Seguro que venía por el niño, pero el pobre está tan viejo que lo ha tumbado la lluvia.
Al día siguiente todo el mundo sabía que en casa de Pelayo tenían cautivo un ángel de carne y hueso. Contra el criterio de la vecina sabia, para quien los ángeles de estos tiempos eran sobrevivientes fugitivos de una conspiración celestial, no habían tenido corazón para matarlo a palos. Pelayo estuvo vigilándolo toda la tarde desde la cocina, armado con un garrote de alguacil, y antes de acostarse lo sacó a rastras del lodazal y lo encerró con las gallinas en el gallinero alumbrado. A media noche, cuando terminó la lluvia, Pelayo y Elisenda seguían matando cangrejos. Poco después el niño despertó sin fiebre y con deseos de comer. Entonces se sintieron magnánimos y decidieron poner al ángel en una balsa con agua dulce y provisiones para tres días, y abandonarlo a su suerte en altamar. Pero cuando salieron al patio con las primeras luces, encontraron a todo el vecindario frente al gallinero, retozando con el ángel sin la menor devoción y echándole cosas de comer por los huecos de las alambradas, como si no fuera una criatura sobrenatural sino un animal de circo.
El padre Gonzaga llegó antes de las siete alarmado por la desproporción de la noticia. A esa hora ya habían acudido curiosos menos frívolos que los del amanecer, y habían hecho toda clase de conjeturas sobre el porvenir del cautivo. Los más simples pensaban que sería nombrado alcalde del mundo. Otros, de espíritu más áspero, suponían que sería ascendido a general de cinco estrellas para que ganara todas las guerras. Algunos visionarios esperaban que fuera conservado como semental para implantar en la tierra una estirpe de hombres alados y sabios que se hicieran cargo del Universo. Pero el padre Gonzaga, antes de ser cura, había sido leñador macizo. Asomado a las alambradas repasó un instante su catecismo, y todavía pidió que le abrieran la puerta para examinar de cerca de aquel varón de lástima que más parecía una enorme gallina decrépita entre las gallinas absortas. Estaba echado en un rincón, secándose al sol las alas extendidas, entre las cáscaras de fruta y las sobras de desayunos que le habían tirado los madrugadores. Ajeno a las impertinencias del mundo, apenas si levantó sus ojos de anticuario y murmuró algo en su dialecto cuando el padre Gonzaga entró en el gallinero y le dio los buenos días en latín. El párroco tuvo la primera sospecha de impostura al comprobar que no entendía la lengua de Dios ni sabía saludar a sus ministros. Luego observó que visto de cerca resultaba demasiado humano: tenía un insoportable olor de intemperie, el revés de las alas sembrado de algas parasitarias y las plumas mayores maltratadas por vientos terrestres, y nada de su naturaleza miserable estaba de acuerdo con la egregia dignidad de los ángeles. Entonces abandonó el gallinero, y con un breve sermón previno a los curiosos contra los riesgos de la ingenuidad. Les recordó que el demonio tenía la mala costumbre de recurrir a artificios de carnaval para confundir a los incautos. Argumentó que si las alas no eran el elemento esencial para determinar las diferencias entre un gavilán y un aeroplano, mucho menos podían serlo para reconocer a los ángeles. Sin embargo, prometió escribir una carta a su obispo, para que éste escribiera otra al Sumo Pontífice, de modo que el veredicto final viniera de los tribunales más altos.
Su prudencia cayó en corazones estériles. La noticia del ángel cautivo se divulgó con tanta rapidez, que al cabo de pocas horas había en el patio un alboroto de mercado, y tuvieron que llevar la tropa con bayonetas para espantar el tumulto que ya estaba a punto de tumbar la casa. Elisenda, con el espinazo torcido de tanto barrer basura de feria, tuvo entonces la buena idea de tapiar el patio y cobrar cinco centavos por la entrada para ver al ángel.
Vinieron curiosos hasta de la Martinica. Vino una feria ambulante con un acróbata volador, que pasó zumbando varias veces por encima de la muchedumbre, pero nadie le hizo caso porque sus alas no eran de ángel sino de murciélago sideral. Vinieron en busca de salud los enfermos más desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde niña estaba contando los latidos de su corazón y ya no le alcanzaban los números, un jamaicano que no podía dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un sonámbulo que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que había hecho despierto, y muchos otros de menor gravedad. En medio de aquel desorden de naufragio que hacía temblar la tierra, Pelayo y Elisenda estaban felices de cansancio, porque en menos de una semana atiborraron de plata los dormitorios, y todavía la fila de peregrinos que esperaban su turno para entrar llegaba hasta el otro lado del horizonte.
El ángel era el único que no participaba de su propio acontecimiento. El tiempo se le iba buscando acomodo en su nido prestado, aturdido por el calor de infierno de las lámparas de aceite y las velas de sacrificio que le arrimaban a las alambradas. Al principio trataron de que comiera cristales de alcanfor, que, de acuerdo con la sabiduría de la vecina sabia, era el alimento específico de los ángeles. Pero él los despreciaba, como despreció sin probarlos los almuerzos papales que le llevaban los penitentes, y nunca se supo si fue por ángel o por viejo que terminó comiendo nada más que papillas de berenjena. Su única virtud sobrenatural parecía ser la paciencia. Sobre todo en los primeros tiempos, cuando le picoteaban las gallinas en busca de los parásitos estelares que proliferaban en sus alas, y los baldados le arrancaban plumas para tocarse con ellas sus defectos, y hasta los más piadosos le tiraban piedras tratando de que se levantara para verlo de cuerpo entero. La única vez que consiguieron alterarlo fue cuando le abrasaron el costado con un hierro de marcar novillos, porque llevaba tantas horas de estar inmóvil que lo creyeron muerto. Despertó sobresaltado, despotricando en lengua hermética y con los ojos en lágrimas, y dio un par de aletazos que provocaron un remolino de estiércol de gallinero y polvo lunar, y un ventarrón de pánico que no parecía de este mundo. Aunque muchos creyeron que su reacción no había sido de rabia sino de dolor, desde entonces se cuidaron de no molestarlo, porque la mayoría entendió que su pasividad no era la de un héroe en uso de buen retiro sino la de un cataclismo en reposo.
El padre Gonzaga se enfrentó a la frivolidad de la muchedumbre con fórmulas de inspiración doméstica, mientras le llegaba un juicio terminante sobre la naturaleza del cautivo. Pero el correo de Roma había perdido la noción de la urgencia. El tiempo se les iba en averiguar si el convicto tenía ombligo, si su dialecto tenía algo que ver con el arameo, si podía caber muchas veces en la punta de un alfiler, o si no sería simplemente un noruego con alas. Aquellas cartas de parsimonia habrían ido y venido hasta el fin de los siglos, si un acontecimiento providencial no hubiera puesto término a las tribulaciones del párroco.
Sucedió que por esos días, entre muchas otras atracciones de las ferias errantes del Caribe, llevaron al pueblo el espectáculo triste de la mujer que se había convertido en araña por desobedecer a sus padres. La entrada para verla no sólo costaba menos que la entrada para ver al ángel, sino que permitían hacerle toda clase de preguntas sobre su absurda condición, y examinarla al derecho y al revés, de modo que nadie pusiera en duda la verdad del horror. Era una tarántula espantosa del tamaño de un carnero y con la cabeza de una doncella triste. Pero lo más desgarrador no era su figura de disparate, sino la sincera aflicción con que contaba los pormenores de su desgracia: siendo casi una niña se había escapado de la casa de sus padres para ir a un baile, y cuando regresaba por el bosque después de haber bailado toda la noche sin permiso, un trueno pavoroso abrió el cielo en dos mitades, y por aquella grieta salió el relámpago de azufre que la convirtió en araña. Su único alimento eran las bolitas de carne molida que las almas caritativas quisieran echarle en la boca. Semejante espectáculo, cargado de tanta verdad humana y de tan temible escarmiento, tenía que derrotar sin proponérselo al de un ángel despectivo que apenas si se dignaba mirar a los mortales. Además los escasos milagros que se le atribuían al ángel revelaban un cierto desorden mental, como el del ciego que no recobró la visión pero le salieron tres dientes nuevos, y el del paralítico que no pudo andar pero estuvo a punto de ganarse la lotería, y el del leproso a quien le nacieron girasoles en las heridas. Aquellos milagros de consolación que más bien parecían entretenimientos de burla, habían quebrantado ya la reputación del ángel cuando la mujer convertida en araña terminó de aniquilarla. Fue así como el padre Gonzaga se curó para siempre del insomnio, y el patio de Pelayo volvió a quedar tan solitario como en los tiempos en que llovió tres días y los cangrejos caminaban por los dormitorios.
Los dueños de la casa no tuvieron nada que lamentar. Con el dinero recaudado construyeron una mansión de dos plantas, con balcones y jardines, y con sardineles muy altos para que no se metieran los cangrejos del invierno, y con barras de hierro en las ventanas para que no se metieran los ángeles. Pelayo estableció además un criadero de conejos muy cerca del pueblo y renunció para siempre a su mal empleo de alguacil, y Elisenda se compró unas zapatillas satinadas de tacones altos y muchos vestidos de seda tornasol, de los que usaban las señoras más codiciadas en los domingos de aquellos tiempos. El gallinero fue lo único que no mereció atención. Si alguna vez lo lavaron con creolina y quemaron las lágrimas de mirra en su interior, no fue por hacerle honor al ángel, sino por conjurar la pestilencia de muladar que ya andaba como un fantasma por todas partes y estaba volviendo vieja la casa nueva. Al principio, cuando el niño aprendió a caminar, se cuidaron de que no estuviera cerca del gallinero. Pero luego se fueron olvidando del temor y acostumbrándose a la peste, y antes de que el niño mudara los dientes se había metido a jugar dentro del gallinero, cuyas alambradas podridas se caían a pedazos. El ángel no fue menos displicente con él que con el resto de los mortales, pero soportaba las infamias más ingeniosas con una mansedumbre de perro sin ilusiones. Ambos contrajeron la varicela al mismo tiempo. El médico que atendió al niño no resistió la tentación de auscultar al ángel, y encontró tantos soplos en el corazón y tantos ruidos en los riñones, que no le pareció posible que estuviera vivo. Lo que más le asombró, sin embargo, fue la lógica de sus alas. Resultaban tan naturales en aquel organismo completamente humano, que no podía entender por qué no las tenían también los otros hombres.
Cuando el niño fue a la escuela, hacía mucho tiempo que el sol y la lluvia habían desbaratado el gallinero. El ángel andaba arrastrándose por acá y por allá como un moribundo sin dueño. Lo sacaban a escobazos de un dormitorio y un momento después lo encontraban en la cocina. Parecía estar en tantos lugares al mismo tiempo, que llegaron a pensar que se desdoblaba, que se repetía a sí mismo por toda la casa, y la exasperada Elisenda gritaba fuera de quicio que era una desgracia vivir en aquel infierno lleno de ángeles. Apenas si podía comer, sus ojos de anticuario se le habían vuelto tan turbios que andaba tropezando con los horcones, y ya no le quedaban sino las cánulas peladas de las últimas plumas. Pelayo le echó encima una manta y le hizo la caridad de dejarlo dormir en el cobertizo, y sólo entonces advirtieron que pasaba la noche con calenturas delirantes en trabalenguas de noruego viejo. Fue esa una de las pocas veces en que se alarmaron, porque pensaban que se iba a morir, y ni siquiera la vecina sabia había podido decirles qué se hacía con los ángeles muertos.
Sin embargo, no sólo sobrevivió a su peor invierno, sino que pareció mejor con los primeros soles. Se quedó inmóvil muchos días en el rincón más apartado del patio, donde nadie lo viera, y a principios de diciembre empezaron a nacerle en las alas unas plumas grandes y duras, plumas de pajarraco viejo, que más bien parecían un nuevo percance de la decrepitud. Pero él debía conocer la razón de estos cambios, porque se cuidaba muy bien de que nadie los notara, y de que nadie oyera las canciones de navegantes que a veces cantaba bajo las estrellas. Una mañana, Elisenda estaba cortando rebanadas de cebolla para el almuerzo, cuando un viento que parecía de alta mar se metió en la cocina. Entonces se asomó por la ventana, y sorprendió al ángel en las primeras tentativas del vuelo. Eran tan torpes, que abrió con las uñas un surco de arado en las hortalizas y estuvo a punto de desbaratar el cobertizo con aquellos aletazos indignos que resbalaban en la luz y no encontraban asidero en el aire. Pero logró ganar altura. Elisenda exhaló un suspiro de descanso, por ella y por él, cuando lo vio pasar por encima de las últimas casas, sustentándose de cualquier modo con un azaroso aleteo de buitre senil. Siguió viéndolo hasta cuando acabó de cortar la cebolla, y siguió viéndolo hasta cuando ya no era posible que lo pudiera ver, porque entonces ya no era un estorbo en su vida, sino un punto imaginario en el horizonte del mar.
¿Cuáles elementos te parecen grotescos en el cuento?
¿Encuentras algún elemento relacionado con la religión cristiana?
¿Piensas que el señor viejo con alas es un ángel o no? ¿Por qué?
¿Qué actitud tiene Elisenda con el ángel que invierte lo establecido por la sociedad?
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