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PADRES APOLOGISTAS DEL SIGLO II Y III

Por:   •  18/5/2018  •  Trabalho acadêmico  •  21.344 Palavras (86 Páginas)  •  367 Visualizações

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CAPITULO APOLOGETICA

PADRES APOLOGISTAS DEL SIGLO II Y III

Durante el segundo siglo surgieron hábiles es pensadores de entre los cristianos quienes se encargaban de contrarrestar a la mayoría de las falsas acusaciones acerca de las prácticas y creencias  que tenían los cristianos, tratando con ello de atenuar la inminente de amenaza de persecución que venía sobre ellos.[1] 

En el siglo segundo y buena parte del tercero no hubo una persecución sistemática contra los cristianos. Ser cristiano era ilícito; pero sólo se castigaba cuando por alguna razón los cristianos eran llevados ante los tribunales. [2] La iglesia era acusada por diversas prácticas que no todos podían entender, se puede clasificar estas acusaciones en dos grupos.

  1. Rumores Populares. Los rumores populares se basaban generalmente en algo que los paganos oían decir o veían hacer a los cristianos, y entonces lo interpretaban erróneamente.

a) Los cristianos se reunían todas las semanas para celebrar una comida a la que frecuentemente llamaban “fiesta de amor” Además, los cristianos se llamaban “hermanos” entre sí, y no escaseaban los casos de hombres y mujeres que decían estar casados con sus “hermanos” y “hermanas”. Sobre la base de estos hechos, se fueron tejiendo rumores cada vez más exagerados, y muchos llegaron a creer que los cristianos se reunían para celebrar una orgía en la que se daban uniones incestuosas.

b) También sobre la base de la comunión surgió otro rumor. Puesto que los cristianos hablaban de comer la carne de Cristo, y puesto que también hablaban del niño que había nacido en un pesebre, algunos entre los paganos llegaron a creer que lo que los cristianos hacían era que escondían un niño recién nacido dentro de un pan, y lo colocaban ante una persona que deseaba hacerse cristiana.

c) Otra extraña opinión que algunos sostenían era que los cristianos adoraban a un asno crucificado. Desde algún tiempo antes, se había dicho que los judíos adoraban a un asno.

  1. Críticas por parte de gentes cultas. Otras acusaciones que se hacían contra los cristianos, no ya por el vulgo mal informado, sino por personas cultas, muchas de las cuales conocían algo de las doctrinas cristianas.

a) Bajo diversas formas, todas estas acusaciones podían resumirse en una: los cristianos eran gentes ignorantes cuyas doctrinas, predicadas bajo un barniz de sabiduría, eran en realidad necias y contradictorias. Por lo general, ésta era la actitud que adoptaban los paganos cultos y de buena posición social, para quienes los cristianos eran una gentuza despreciable.

La apologética cristiana primitiva, quería transmitir al afirmar que Dios es universal y el único salvador del mundo sin hacer distinción de personas.

Justino Mártir. Nació en el año 100. Es considerado como el más grande apologista del siglo II. Justino estaba convencido de que el cristianismo era odiado y perseguido porque era desconocido o mal conocido, por eso buscó exponer la doctrina cristiana y en sus dos apologías, dirigidas una al emperador Antonino Pío y otra a sus sucesores Marco Aurelio y Lucio Vero, suplicaba que cuando juzgara a los cristianos se dejara llevar por la justicia, la piedad y el amor a la verdad.[3] 

Teófilo de Antioquía. Nació junto al Éufrates y fue educado en la cultura helénica. Se convirtió ya adulto al cristianismo y llegó a ser después obispo de Antioquía. Según Teófilo sólo el alma pura puede conocer a Dios. "El alma del hombre es como un espejo, que sólo cuando está limpio refleja la imagen de quien se coloca frente a él". Fue el primero que utilizó la palabra "Trinitas" aplicándola a la divinidad y el nombre de "Madre" como título de la Iglesia. Murió en el año 180.[4]   

 Ireneo de Lyón. Nació cerca del año 130. Es uno de los Padres más importante de los tres primeros siglos. Fue discípulo de Policarpo de Esmirna, y siendo presbítero de la Iglesia de Lyón fue enviado a Roma para tratar con el Papa  Víctor I algunas cuestiones relativas al montanismo.[5]

Cipriano de Cartago. Nació en Cartago, África, en el año 205. Después de su conversión al cristianismo, hacia el año 246, decidió llevar una vida austera, distribuyó sus bienes entre los pobres y se hizo sacerdote. Fue elegido obispo cuando estaba a punto de estallar la persecución de Decio en el año 250. Sufrió el martirio durante la persecución de Valeriano en el año 258.[6]

Clemente de Alejandría. Nació en el año 150 en Alejandría, Egipto, o según otros, en Atenas, de padres paganos. Buscando algo que apagara su sed de conocer la verdad, abrazó el cristianismo, y viajó por Grecia, Italia, Siria, Palestina y Egipto, estableciéndose por fin en Alejandría, cautivado por un gran maestro de la doctrina cristiana. Entre sus discípulos se encontraba Orígenes, al que hizo cargo de la Escuela, cuando tuvo que huir bajo la persecución de Séptimo Saverio.[7]

“El aporte más importante de la apologética cristiana primitiva, además de la defensa apasionada de la Iglesia de Cristo, es la de transmitir la verdad revelada de que Dios es universal y salvador de todos los pueblos, sin que ante Él valga la distinción entre judíos y paganos”.[8] 

SIGLO IV Y V

        Los cristianos seguían sufriendo persecución, la mayor parte defendía la fe que profesaban no importando que les costara su vida, fue en este siglo donde el enemigo de las almas vio que la estrategia no funcionaba y la cambio, ahora la problemática era interna y se conoce como el Gnosticismo y el Montanismo.          

        Montanismo.  Denominado así por su originador Montano argüía que de un momento a otro el fin de todas las cosas llegaría y proponía a los cristianos el alejamiento completo del mundo, viendo como un lugar de perdición.[9]     

        Gnosticismo. Este otro movimiento intentaba dar una idea racional de la Fe, el término, Gnosticismo proviene de la palabra “gnosis” que quiere decir conocimiento, los gnósticos creían que todo lo que fuese materia era necesariamente malo. El propósito ultimo del mismo era entonces escapar del cuerpo y de este mundo material que estamos exiliados.[10]   

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