" Jefes de escuela" en la sociología latinoamericana
Por: cbressan • 22/9/2016 • Artigo • 12.040 Palavras (49 Páginas) • 4.316 Visualizações
“Jefes de escuela” en la sociología latinoamericana:
Gino Germani, Florestan Fernandes y Pablo González Casanova
Alejandro Blanco (UNQ) y Luiz Carlos Jackson (USP)
Abstract
Este texto analiza comparativamente las trayectorias de los sociólogos Gino Germani, Florestan Fernandes y Pablo González Casanova, quienes lideraron, casi simultáneamente, entre las décadas de 1950 y 1960, en Brasil, Argentina y México, procesos de modernización disciplinaria en el interior de las ciencias sociales. Las dimensiones principales que serán movilizadas como parámetros de comparación se refieren a las relaciones entre intelectuales y Estado vigentes en cada caso, a las modalidades de organización de los sistemas académicos, a los patrones de reclutamiento social de los científicos sociales y a las obras producidas.
Palabras clave: institucionalización – sociología - comparación – Brasil – Argentina - México
I
Este texto analiza comparativamente las trayectorias de los sociólogos Gino Germani, Florestan Fernandes y Pablo González Casanova, quienes lideraron, casi simultáneamente, entre las décadas de 1950 y 1960, en Brasil, Argentina y México, procesos de modernización disciplinaria en el interior de las ciencias sociales.[1]
En el contexto más amplio de América Latina, la institucionalización de la sociología en esos tres países, promovida principalmente por iniciativas nacionales,[2] alcanzó su grado más significativo de desarrollo, a la luz de indicadores tales como la existencia de centros de enseñanza y de investigación, de órganos de difusión especializados, de los grados de profesionalización y de reconocimiento obtenidos por la disciplina en el campo intelectual, de las obras producidas, entre otros. A este respecto, a pesar de las diferencias nada despreciables entre los tres casos, en todos ellos los sociólogos lograron implantar una nueva cultura intelectual, marcada por la exigencia de cientificidad, por la valorización del trabajo colectivo, por la imposición de un nuevo lenguaje, y por la consecución de programas de investigación innovadores, ambiciosos y ampliamente consagrados.
En los tres países tuvieron lugar, si bien que con alcances desiguales, emprendimientos próximos de lo que convencionalmente se designa como “escuela” (Tiryakian, 1979; Bulmer, 1984), o sea, un grupo intelectual formado por un líder y discípulos, reunidos en torno de ideas, técnicas y disposiciones normativas y que piensan su actividad bajo la forma de una misión. Tales innovaciones se relacionaron con los nombres de Gino Germani, en Argentina, de Florestan Fernandes, en Brasil, y de Pablo González Casanova, en México, “líderes carismáticos” que ocuparon posiciones intelectuales destacadas como sociólogos en las décadas de 1950 y 1960.
Tales procesos de institucionalización y modernización disciplinaria tuvieron como condicionantes generales cambios profundos en las estructuras sociales, en los sistemas políticos y en los mercados de bienes culturales en las primeras décadas del siglo XX y, como soportes directos, innovaciones en las organizaciones de enseñanza superior, introducidas, principalmente, en las universidades que, en cada uno de esos países, se constituyeron, a lo largo del siglo XX, en las más importantes de América Latina: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad de São Paulo (USP). Las dimensiones principales que serán movilizadas como parámetros de comparación se refieren a las transformaciones sociales y a las dinámicas específicas de urbanización en la Ciudad de México, Buenos Aires y São Paulo, a las relaciones entre intelectuales y Estado vigentes en cada caso (dimensión privilegiada en este texto), a las modalidades de organización de los sistemas académicos, a los patrones de reclutamiento social de los científicos sociales, y a las obras producidas (volumen, temas, estilos de trabajo, perspectivas de análisis).
Antes de avanzar valdría la pena llamar la atención sobre las posibles ventajas de la comparación como estrategia analítica. En principio, la misma abre la posibilidad de identificar problemas que en estudios de casos aislados no serían advertidos. Asimismo, el contraste entre experiencias dispares, pero condicionadas por factores comunes, permite aprehender sus aspectos más significativos. La comparación puede, todavía, indicar causas posibles para ciertos desenvolvimientos históricos por la presencia concomitante de ciertos factores y/o por la ausencia de otros. El cotejo de casos produce, también, un saludable efecto de desnaturalización de la observación histórica y sociológica, de tal manera que ciertas características, inicialmente percibidas como auto-evidentes, y por ello mismo no problematizadas, revelan su carácter contingente. Finalmente, respecto del análisis de las trayectorias de los agentes seleccionados, foco de este trabajo, la perspectiva comparada, al promover una interpretación más atenta a las circunstancias sociales e históricas que condicionaron dichas trayectorias, permite controlar los efectos de lo que Pierre Bourdieu designó como “ilusión biográfica” (Bourdieu 1995).
II
Cuando el italiano Gino Germani (1911-1979) se estableció en la Argentina en 1934, con 23 años de edad, se deparó con una situación política conturbada, resultante del golpe de 1930, que interrumpió el segundo mandato de Hipólito Yrigoyen y el proceso de democratización política que se había iniciado al promediar la primera década del siglo XX. Tal situación probablemente lo disgustó, una vez que su salida de Italia había sido motivada por la persecución de que había sido víctima por parte del fascismo. De origen social modesto, era hijo único de un militante socialista, sastre de profesión, y de una descendiente de campesinos católicos. En Roma había concluido estudios secundarios de contabilidad en una escuela técnica y más tarde obtuvo el diploma de economista en el Instituto de Economía de la Universidad de Roma. Una vez en la Argentina, se integró a los grupos de la comunidad italiana antifascista y publicó algunos ensayos referidos a la problemática del fascismo en distintos periódicos de la comunidad italiana de ese país. En 1938 ingresó en la carrera de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA) y, poco antes de graduarse, inició su carrera como sociólogo apoyado directamente por Ricardo Levene, entonces director del Instituto de Sociología de la UBA, y que fuera su profesor.
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