La poética de Campoamor y su reflejo en uno de sus poemas
Por: cneia • 23/11/2020 • Artigo • 1.495 Palavras (6 Páginas) • 307 Visualizações
UNB
IL - LETRAS
Literatura Española 2
Profesora: Luciana Teixeira
Claudinea Jean Silva Mat.: 11/0112962
La poética de Campoamor y su reflejo en uno de sus poemas
El poeta Don Ramón de Campoamor, fue un artista fecundo que tuvo una trayectoria singular en la literatura española del siglo XIX.
Según CANSECO,
Su curiosidad literaria y su actividad, iniciada en 1837 y cerrada con su muerte, en 1901, abarca 64 fertilísimos años, que le permitieron conocer y experimentar todos los movimientos poéticos de su siglo. En su obra se pueden seguir rastros que nacen en Meléndez Valdés y conducen a Rubén Darío. Hay, por así decirlo, un Campoamor neoclásico, otro romántico, realista, becqueriano, parnasiano y hasta un Campoamor modernista.
CANSECO apunta que, al mismo tiempo que inspira otros autores posteriores, Campoamor, al convivir con autores más jóvenes y contemporáneos, es inspirado por ellos. Según el autor, eso queda comprobado por la evolución y los cambios en la obra de Campoamor a través del tiempo. Como ejemplo, entabla una conexión entre un joven Bécquer y una de las Doloras más famosas de Don Ramón, la Dolora XXXVII, ¡Quién supiera escribir!”, la misma dolora que elegimos para analizar con relación a los argumentos del autor en la Poética.
(…) el contraste entre la experiencia amatoria del viejo y la impericia de la niña, subrayada en los versos de la famosísima dolora XXXVII «¡Quién supiera escribir!»: «¿Cómo sabéis mi mal?... / Para un viejo una niña siempre tiene / el pecho de cristal», que Bécquer repitió en la rima LIX «Yo sé cuál es el objeto»:
Yo conozco los senos misteriosos
de tu alma de mujer.
¿te ríes? Algún día
sabrás, niña, por qué;
mientras tú sientes mucho y nada sabes,
yo que no siento ya, todo lo sé.
En su “Poética”, Campoamor reúne sus reflexiones acerca del arte y más específicamente acerca de la poesía. Anuncia, ya en el principio de la obra que son
(…) pensamientos inconexos sobre el arte en general y la poesía en particular, porque, si no pueden constituir una obra de preceptiva, son la expresión de actualidad, en la cual, con la pasión inherente a toda controversia, van expuestos, en rasgos generales, todos los procedimientos que practico al componer mis insignificantes obras literarias
y admite que su obra no fue bien recibida por la crítica, pero que, lejos de tener la “vanidad” de que la obra “sirva de estudio”, su objetivo es la defensa de su sistema literario.
Lo irónico es que, mientras se nota que parte importante de lo que caracteriza los diversos momentos de la literatura del siglo XIX es, justamente, el intercambio entre autores, Campoamor, en el primer capítulo, ve la necesidad de explicar el origen de su Poética y cita un episodio que lo lleva a reescribir unos poemas, además de extender la reflexión sobre lo que le parece importante aclarar cuanto a su método de escritura.
La Poética es larga y, por el limitado espacio de este trabajo, levantamos apenas algunos puntos considerados por Ramón de Campoamor importantes en el trabajo del poeta e intentamos relacionar con extractos del poema “Quien supiera escribir”.
Dice Campoamor sobre un director y un redactor del periódico El Globo:
(…) con gran generosidad hicieron de mí elogios inmerecidos que nunca les agradeceré bastante, [el periódico] dio à luz unas cuarenta o cincuenta frases sueltas que yo (…) había injertado en algunas obras mías, con un intento deliberado (…).
Según el autor, en El Globo se lo acusa de plagiar frases de conocidas obras y de asumirlas como originales suyas. Entretanto apunta que
Los que me echaron en cara el hecho lo hicieron sin fijarse en que las frases copiadas están, la mayor parte, escritas y repetidas en muchos autores y que la genealogía de alguna de ellas viene de Homero y de la Biblia.
Añade que otros diarios “se introdujeron en la cuestión, de lado y embozados, como los traidores de comedia” y usaron sus opiniones políticas para criticar su obra literaria. De eso trata Campoamor en la segunda parte del Capítulo I de la “perniciosa influencia política en el arte”.
Según el autor la envidia y falta de talento de autores es lo que origina la crítica literaria mal intencionada y que usar la posición política de un autor para criticar la obra literaria es despreciable.
En el segundo capítulo, Don Ramón, se defiende de las acusaciones de plagio y ya deja bien claro en el título que “el arte supremo sería escribir como piensa todo el mundo”.
Los subtemas del capítulo disecan la crítica y revierte contra los detractores las acusaciones hechas contra Campoamor.
En “ni coincidencia de frases” y “ni coincidencia de asuntos” el autor apunta directamente a los “rebuscadores de coincidencias” y dice que cambio las frases apuntadas como copias de otros por opción meramente estética y que ya no los lleva en serio por saber que el esfuerzo en encontrar los pecados del autor viene de la falta de talento de los críticos. Cita a Victor Hugo que copió una seguidilla española y admite que él, Don Ramón, no pude haber copiado muchas de las frases que se le acusan por no saber más que el español profundamente.
En “critica analítica” el autor defiende que todos los grandes autores bebieron en fuentes que inspiraron su escribir y que eso es parte de la labor poética. Y en la “crítica sintética” Campoamor critica el exceso de cientificidad, que saca la naturalidad del arte, y se niega a aceptar como válidos los análisis que disecan el poema sin llevar en cuenta el todo. Reflexiona:
¿No podían esos críticos de almacenes de juguetes de niños dejas esas simplezas, y elevar el entendimiento à una crítica elevada, examinando si mis asuntos son buenos, el desempeño feliz y el fin de la obra trascendental? (p17)
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