Resenha Cantar de Mio Cid
Por: Letícia Caruzo • 15/4/2021 • Resenha • 1.155 Palavras (5 Páginas) • 275 Visualizações
Universidade Federal de Mato Grosso do Sul.
Literatura Espanhola.
Prof. Joana Durang.
Acadêmica: Letícia Medeiros Caruzo.
Reseña del Cantar de Mio Cid
Entre los personajes históricos de cualquier época, los de forma heroica, cuya fama por su valentía y coraje los hace legendarios, son los que están más impregnados en la memoria y las historias populares. En el período medieval, muchos nombres entraron en esta lista de personajes heroicos históricos. Juana de Arco es uno de los mejores ejemplos entre los franceses. Entre los españoles, Rodrigo Díaz de Vivar, el Campeador (en el sentido de campeón, ganador), más conocido como El Cid, es un término que deriva del árabe y significa "el Señor".
Rodrigo nació en la ciudad de Burgos, en 1043, en los antiguos dominios del Reino de Castilla, en un momento en que había innumerables tensiones políticas en la Península Ibérica, tanto entre los reinos cristianos como entre los moros (musulmanes que se habían establecido en esa península desde siglo VIII) Los reinos cristianos buscaron ganar más espacio dentro de la Península Ibérica y lo hicieron promoviendo alianzas con nobles y relaciones de vasallaje con las llamadas taifas. Las taifas fueron facciones políticas musulmanas que se formaron con la desintegración del Califato de Córdoba, es decir, un extenso dominio islámico que ocupó el centro y el sur de la Península Ibérica de 929 a 1031.
Rodrigo Díaz, El Cid, se hizo conocido entre los reinos cristianos (Castilla, Aragón y León) y las taifas por haber actuado al mismo tiempo como mercenario, es decir, ofreció sus servicios de guerreros a cristianos y moros que querían emprender alguna guerra contra reinos rivales. También era conocido, en su tiempo, por haber sido indignado con el rey Sancho de Castilla y, más tarde, por haber sido exiliado de esa tierra después de la muerte de Sancho y la elevación de Alfonso VI al trono. Con la partida de Castilla, El Cid estableció importantes contactos con los líderes árabes, entre ellos Al-Cádir, de la taifa de Valencia, con quienes se hizo amigo.
En 1089, Castilla fue invadida por Yusuf, el líder musulmán almorávide. El rey Alfonso habría pedido la ayuda de El Cid, quien regresó a Castilla. Sin embargo, la batalla contra Yusuf se perdió y, una vez más, El Cid fue desterrado por el rey Alfonso. En los años que siguieron, tuvieron lugar muchos enfrentamientos entre moros y cristianos. El líder de la taifa de Valencia, Al-Cádir, fue asesinado en 1093 en un motín. EL Cid decidió vengar a su amigo e invadir Valencia, lo que sucedió en 1094. Conquistó la taifa y se convirtió en príncipe de Valencia, reinando con su esposa, también famosa Jimena, hasta el año de su muerte, en 1099.
Una de las principales fuentes que hicieron de El Cid un personaje popular fue el Poema de Mio Cid, escrito por personas anónimas del siglo XIII. Este poema construye una imagen piadosa y mítica de Rodrigo Díaz. Esta idea se reprodujo a lo largo de los siglos en España, comenzando con los reinos del comienzo de la modernidad, como Felipe II, que intentó incitar al clero católico, en el siglo XVI, a canonizar a El Cid, lo que fue rápidamente rechazado.
Además, la figura de El Cid fue muy elogiada por los españoles en el período nacionalista de Francisco Franco, en el siglo XX, que supieron utilizar la figura mítica del héroe como propaganda para su régimen. Este uso político de El Cid fue posible, principalmente, debido a estudios entusiastas como el de Menéndez Pidal.
Primer cantar: Cantar del destierro
Las aventuras de Rodrigo Díaz, Ruy o el Mio Cid empiezan cuando es desterrado por el rey Alfonso VI de Castilla. Rodrigo Díaz tenía la misión de ir a cobrar a García Ordóñez los tributos que le debía al rey. García Ordóñez humilla al Cid y ambos se enfrentan en lo que sería conocido como el Combate de Labra.
A pesar de que el Cid vence en la batalla, García se venga indicando a los mestureros (los calumniadores) que le dijeran al rey que Ruy Díaz se había quedado con parte del tributo. El rey cree en los rumores y destierra a Rodrigo Díaz.
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