A Ciencia e Ideologia

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En el texto de J. Schumpeter, titulado “Ciencia e Ideología”, el autor se centra en destacar que la ideología forma parte de la ciencia y teoría económica, pero el análisis económico debe verse desligado de ésta. Por su parte; Dobb, en su capítulo introductorio de “Teorías del valor y la distribución desde Adam Smith”, hace una crítica al trabajo de Schumpeter donde menciona que la distinción creada por el austriaco “no puede ser sustentada”^[1]. Sin embargo, a pesar de sus diferentes enfoques, ambos autores concuerdan con que las ideologías son sistemas de ideas.

Schumpeter menciona que los economistas tienden a cometer juicios de valor en sus trabajos, y tienen la tendencia a ser cambiante acorde a su país y época, pero estos juicios no corrompen la labor analítica, y asegura que “reivindicar no significa mentir”^[2]. Según el autor, estos juicios de valor son ideas preconcebidas que se encuentran fueran de nuestro control, ya sea por cosas aprendidas antes de tener un pensamiento crítico propio o por costumbres, a estas ideas las nombra “ideologías”.

Para Schumpeter el origen de la ideología se encuentra en una vision del proceso económico a la cual se le debe verificar o destruir por medio de análisis. Dobb, a su vez, expone a la ideología como una relatividad histórica de ideas a la cual no debe confundírsele como un sinónimo de la “falsa conciencia” hegeliana.

Hasta el siglo XIX, la ciencia social era únicamente concebida como un proceso intelectual, es con Marx con quien el significado de ciencia obtiene un nuevo significado (sociología). Para ciencias como las matemáticas, la lógica y la física, la interpretación sociológica no cambia su “verdad objetiva”^[3] ya que son ciencias constantes, para la gente las explicaciones de estas ciencias no cambian dependiendo de su status social, ventaja con la que no cuentan las ciencias sociales.

En “Ciencia e Ideología”, Schumpeter menciona que algunos economistas, como Marx, aceptan que existe un sesgo ideológico en la ciencia pero no pueden reconocerlo en ellos mismos. Pero argumenta que es solamente natural ya que las ideologías no son otra cosa que afirmaciones de la realidad percibida por el hombre, es decir, una realidad subjetiva; es entonces que el autor se presunta “¿cómo es posible reconocerlas y prevenirse de ellas?”^[4].

Dicho sesgo ideológico se puede dividir en dos fases: la primera hace referencia a la observación de un conjunto de fenómenos, la cual está afectada por la vision o invidencia del investigador, al cual el autor llama “acto cognoscitivo pre analítico”; en una segunda parte se debe de tomar en cuenta que alguien ya observo ese fenómeno y al leer sus investigaciones podremos influenciarnos de sus ideas y ahí es donde se crea el sesgo. Los modelos económicos no están libres de esto, ya que son productos de modelos primitivos que se vieron influenciados por las épocas actuales. Y así se crea un ciclo de “réplica y contrarréplica interminable” entre el fenómeno nuevo y el manejo de su variabilidad^[5].

Joseph Schumpeter menciona que el sesgo ideológico que reside en el hombre se divide en dos visiones: en primera instancia, se encuentra la vision inicial que se encuentra en un control objetivo ya que es refutable; después se encuentra la vision original que es ideología por si misma ya que se encuentra influenciada por la vida social del hombre.

En el artículo podemos destacar la distinción entre tres grandes economistas de diferentes épocas que hace Schumpeter. Para inicial abre con Adam Smith quien, aunque estuvo influenciado por el sesgo ideológico de una ley natural inculcada en su formación, no afectó sus logros científicos, ya que la ideología implementada puede ser retirada sin dañar su argumento. Marx, por su parte, descubrió y comprendió la ideología pero niega haber sido afectado por ella. Por último, Keynes vio afectado su trabajo científico por un capitalismo en decadencia e influenciado por una crisis mundial llevándolo a anteponer la ideología sobre el análisis.

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