Resenha Crítica - NACIONALISMO, HISPANISMO Y CULTURA MONOGLÓSICA
Por: marianamarquesm • 25/9/2018 • Resenha • 1.955 Palavras (8 Páginas) • 260 Visualizações
Reseña crítica del texto de DEL VALLE, José y GABRIEL-STHEEMAN, Luís, NACIONALISMO, HISPANISMO Y CULTURA MONOGLÓSICA. In: La batalla del idioma: La intelectualidad hispánica ante la lengua. Iberoamericana: Madrid, 2004; 15-33 pp.
A lo largo de los siglos XIX y XX, fue desarrollado el concepto de lengua española, la construcción de las identidades nacionales y la idea de cultura hispánica. La modernización de España y la estructuración postcolonial de la comunidad hispánica, son dos de los procesos más relevantes tratados en el proyecto La batalla del idioma: La intelectualidad hispánica ante la lengua, de DEL VALLE y GABRIEL-STHEEMAN, que gira en torno de un aspecto bastante definido de relación entre el lenguaje y la política.
En las primeras décadas del siglo XIX, hubo una “explosión” de movimientos independentistas por parte de antiguas colonias españolas que culminaron en la formación de lo que hoy constituye la mayoría de las naciones latinoamericanas. Junto con la autonomía política, surgió en la necesidad de crearse estructuras administrativas y adaptar contenidos culturales que las representaran.
Los autores inician sus exposiciones tratando de “Las dos fases del nacionalismo”, donde relatan que, según visiones modernistas, la lengua es el principal elemento en la formación de “nuevas naciones”. En el proceso de la conquista latinoamericana, hubo una primera etapa que privilegió el favorecimiento de la burguesía liberal y el desarrollo del capitalismo, lo que impuso la necesidad de que existiera una lengua nacional de uso administrativo y literario. En un según momento, ya en 1880, los movimientos nacionalistas democratizaron la política y disminuyeron las disparidades relacionadas a los criterios étnicos y lingüísticos.
La discusión de DEL VALLE y GABRIEL-STHEEMAN sigue tratando de “La persistencia del imperio cultural”, que trata del momento que los gobiernos españoles intentan recuperar el control de sus antiguas colonias, sea por vía militar o por vía de la diplomacia cultural. Esa última refiere a lo que se conoce como panhispanismo, que exige una idea singular de cultura, manteniendo la hegemonía de España en el Nuevo Mundo.
Para que las naciones modernas alcancen la deseada unidad lingüística, se diseñan y planifican estrategias, como es presentado en la parte que trata de “La aceptación de la lengua como símbolo nacional”, en el libro. Ese momento surge el proceso nombrado como estandarización, que entre otras funciones posee carácter instrumental (ya que facilita la actividad administrativa de la comunidad), comunicativo (pues es usado como código en interacciones cotidianas) y simbólico (pues representa los ideales de unidad nacional).
En “La cultura monoglósica y el dogma del homogeneísmo”, se presenta la identificación entre lengua y nación. Al fin del siglo XIX, España necesitó intensificar el componente cultural para generar en la población de sus colonias latinoamericanas una identidad nacional española. De esa manera, se instauró una cultura monoglósica, que permitían a España planear estrategias de argumentación frente a movimientos regionalistas y obtener su autolegitimación como metrópoli de esas naciones.
Al profundizar cada uno de los temas destacados anteriormente, se crea una discusión compleja y significativa, pero antes de empezar la exposición de cada uno de esos, es importante destacar la importancia que el título del libro tiene sobre todo su contenido. La batalla del idioma hace una referencia a los intentos que hizo España para mantener el español como el idioma oficial y principal de las nuevas naciones, antes sus colonias. Esas invertidas fueron inúmeras y por diversas veces, por medio de guerras armadas. Con el avance de los siglos, la “batalla” se tornó más burocrática, por medio de la política y cultura, pero el objetivo siguió siendo la promoción del avance del español.
Con “La persistencia del imperio cultural”, surge la idea de una diplomacia cultural, basada en el panhispanismo, que asegura un código compartido que preserva la eficiencia de la lengua como instrumento de comunicación. Con él se busca integrar y acoger las distintas variantes de la lengua que se habla y se escribe en países y regiones hispanohablantes de todo el mundo. Como no era más posible que la España conquistara la primacía militar y económica en las repúblicas del Nuevo Mundo, era posible conquistar un prestigio internacional a través del hispanismo y con él, el mantenimiento del imperio cultural español.
Hoy día, la internalización del idioma sigue siendo una de las grandes razones para existencia del español panhispánico. Aunque características de diversos locales de habla hispana estén presentes “en ese español”, las reglas y sus usos son determinados principalmente por la Real Academia Española (RAE). Eso hace con que los aspectos el español de España sean más difundidos en el mundo, demostrando que aún hay la supremacía cultural española, presente desde antes el siglo XIX.
El facto presentado arriba es comprobado por Leonor Acuña, en “El español de la Argentina o los argentinos y el español” (1997): “Los hablantes de Buenos Aires depositan la norma o consideran dueña de la misma a España, ya sea a través de la Real Academia Española o de sus diccionarios y gramáticas. Es interesante observar que esta tendencia aparece también en los especialistas: los diccionarios, gramáticas o simplemente trabajos de dialectología [en Argentina] no definen la totalidad de la lengua sino sólo aquello que la aparta de la norma peninsular”.
El desarrollar del nacionalismo implicó en un proceso de homogeneización de la ciudadanía, obligando la sociedad a reducir al mínimo las diferencias internas, incluso de sus identidades orales. En “La aceptación de la lengua como símbolo nacional”, es presentado por los autores el que proceso de estandarización, que es uno de los más relevantes en el intento de acabar con los abismos de las naciones antiguamente dominadas por la España. En ese caso, el español fue la lengua vernácula que sirvió como base al estándar y pasó por procesos como la fijación de su norma, la expansión de modo que pueda ser utilizado en diversos contextos y principalmente, la aceptación del pueblo para para que fueron leales al uso del estándar de modo a naturalizar y legitimar las prácticas y actitudes lingüísticas del estándar.
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